El Testamento del Sastre, premiada obra de Michel Ouellette que, bajo la dirección de Rubén Segal, tendrá una muy particular propuesta para el público porteño: la pieza se presentará en dos versiones, masculina –a cargo de Claudio Martínez Bel- y femenina –por Mercedes Diemand-Hartz- que prometen dos experiencias teatrales diferentes a partir de un mismo texto.
El Testamento del Sastre propone un juego de imaginación entre el actor y el público. Un intérprete da vida a cinco personajes frente a la mirada determinante y participativa de cada espectador.
En un mundo apenas más allá de nuestro tiempo, la vida en la Ciudad está controlada por el Sistema. En el Suburbio, un sastre recibe un regalo: un paquete con antiguas telas y un molde del siglo XVII, objetos prohibidos que cuestionan el orden establecido y hacen renacer una historia de amor iniciada cientos de años atrás.
La obra, que fuera premiada y aplaudida en Canadá y España, contará en su estreno en Buenos Aires con la presencia de su autor, el dramaturgo canadiense Michel Ouellette, quien ofrecerá una charla abierta con el público tras la presentación de la versión masculina.Este espectáculo es una producción de Casa de Letras –Escuela de Escritura y Oralidad- y cuenta con el auspicio de la Embajada de Canadá y del Centro de Estudios Argentino-Canadienses de Buenos Aires.
sábado, 31 de enero de 2009
Ficha Técnica
Intérprete masculino: Claudio Martínez Bel
Intérprete femenina: Mercedes Diemand-Hartz
Músicos en escena: Silvina Sznajder, Sergio Sultani /Javo Canolik / Rubén Segal
Traducción: Carlos Vicente
Diseño de Espacio sonoro: Mariano Cossa, Silvina Sznajder, Sergio Sultani y Rubén Segal
Diseño de Vestuario y Escenografía: Fabián Suigo
Diseño de Iluminación: Leandra Rodríguez
Diseño Gráfico: Marianela Claverie
Fotografía: Paco Fernández
Producción Ejecutiva: Carlos Lutteral
Asistente de dirección: Denise Cotton
Dirección: Rubén Segal
Intérprete femenina: Mercedes Diemand-Hartz
Músicos en escena: Silvina Sznajder, Sergio Sultani /Javo Canolik / Rubén Segal
Traducción: Carlos Vicente
Diseño de Espacio sonoro: Mariano Cossa, Silvina Sznajder, Sergio Sultani y Rubén Segal
Diseño de Vestuario y Escenografía: Fabián Suigo
Diseño de Iluminación: Leandra Rodríguez
Diseño Gráfico: Marianela Claverie
Fotografía: Paco Fernández
Producción Ejecutiva: Carlos Lutteral
Asistente de dirección: Denise Cotton
Dirección: Rubén Segal
Comentario de Carlos Fos de la AINCRIT sobre la versión 2009
La frontera entre dos lugares puede jugar un papel especial, es posible verse atrapado en un lugar así. Hay fronteras que nos constriñen a situaciones de vasallazgo, creadas por los sectores de poder con mayor o menor imaginación. De acuerdo a esta sutileza estos límites reforzados por el miedo pueden persistir por generaciones y hasta resultar imperceptibles para los que los sufren. La separación existente entre la cultura y la no cultura a partir de la existencia del delito o supuesto delito es uno de estos muros. El teatro los ha abordado desde sus inicios y así el delito aparece como uno de los instrumentos más utilizados para definir y fundar una cultura. Para separarla de la no cultura y para marcar lo que la cultura excluye. Michel Ouellete, dramaturgo franco-canadiense, aborda la temática de las fronteras en su obra El testamento del sastre, añadiéndole el aditamento de una peste que refuerza los mecanismos de control. Con un ir y venir constante une dos plagas, una histórica que asoló Londres y sus zonas vecinas en el siglo XVI, y otra de etiología desconocida ubicada en un futuro cercano e incierto. Las criaturas presentadas por el autor padecen un modelo de obediencia, sustentado en la anulación del pensamiento crítico y en la sublimación de la sexualidad, que es presentida como perturbadora por las autoridades Sobre el modelo de prisión que diseña Bentham, el panóptico, produce generalizaciones que constituyen la figura de la nueva tecnología política .El poder se estructura y funciona de manera difusa, múltiple, polivalente en el cuerpo social entero. Se forma así la sociedad disciplinaria basada en la exclusión, propia del modelo de la lepra, en el cual lo importante es diferenciar al leproso y marginado en una comunidad separada cuya estructura interna no es útil controlar. Prima la regla de la reticulación propia del modelo de la peste, con una lógica de conjuntos separados. Partiendo de un texto original demasiado extenso, explicativo y presuntuoso, Rubén Segal logra una puesta original, con un marcado ritmo lúdico.
En su primera propuesta, al ser estrenada la pieza el año anterior, Segal presentaba una versión en las que todos los personajes pasaban por el cuerpo y la voz de un actor. Lo interesante de aquella idea, es que el espectador podía asistir en dos funciones contiguas, a la interpretación en manos de una actriz y luego de un actor. Visiones masculina y femenina de un mismo relato, con similares marcaciones, pero con resultados distintos (provenientes de esos mundos personales disímiles, con dramaturgias actorales que complementan el texto desde el par de miradas). Este año, el director redefinió su concepción y con un recorte del libro, que no afecta su coherencia interna, logra reunir a Claudio Martínez Bel y a Mercedes Diemmand-Hartz en un mismo espacio escénico. Repite el efecto de permitir que el discurso circule por ambos actores, pero además facilita el diálogo y la interacción, con un ritmo que crece, merced a esta herramienta. Es sólida la labor de los actores, que despliegan la partitura de sus recursos, en un ambiente casi yermo. Los objetos, en especial las telas, son incorporadas como instrumentos que unen, separan, cobijan, de acuerdo a las circunstancias. Otro acierto de Segal, ya que el juego escénico no queda encerrado en estructuras estériles y la acción fluye, acompañada por una música casi ritual. La acción ritual suele estar muy elaborada: articula gestos, y en ocasiones palabras o cantos, realizados por personas cualificadas, en lugares y tiempos predeterminados y consagrados a tal fin, utilizando artificios reconocibles. Es un guiño de Segal a esta concepción escénica que sacraliza las formas, mixturadas con las estéticas modernas. Un paso para avanzar en la comprensión del teatro en su esencia y no como un juego formal más. El Testamento del sastre se revela como una interesante y recomendable opción para vivir esta fiesta ancestral.
Por Carlos Fos
Ficha Tecnica
En su primera propuesta, al ser estrenada la pieza el año anterior, Segal presentaba una versión en las que todos los personajes pasaban por el cuerpo y la voz de un actor. Lo interesante de aquella idea, es que el espectador podía asistir en dos funciones contiguas, a la interpretación en manos de una actriz y luego de un actor. Visiones masculina y femenina de un mismo relato, con similares marcaciones, pero con resultados distintos (provenientes de esos mundos personales disímiles, con dramaturgias actorales que complementan el texto desde el par de miradas). Este año, el director redefinió su concepción y con un recorte del libro, que no afecta su coherencia interna, logra reunir a Claudio Martínez Bel y a Mercedes Diemmand-Hartz en un mismo espacio escénico. Repite el efecto de permitir que el discurso circule por ambos actores, pero además facilita el diálogo y la interacción, con un ritmo que crece, merced a esta herramienta. Es sólida la labor de los actores, que despliegan la partitura de sus recursos, en un ambiente casi yermo. Los objetos, en especial las telas, son incorporadas como instrumentos que unen, separan, cobijan, de acuerdo a las circunstancias. Otro acierto de Segal, ya que el juego escénico no queda encerrado en estructuras estériles y la acción fluye, acompañada por una música casi ritual. La acción ritual suele estar muy elaborada: articula gestos, y en ocasiones palabras o cantos, realizados por personas cualificadas, en lugares y tiempos predeterminados y consagrados a tal fin, utilizando artificios reconocibles. Es un guiño de Segal a esta concepción escénica que sacraliza las formas, mixturadas con las estéticas modernas. Un paso para avanzar en la comprensión del teatro en su esencia y no como un juego formal más. El Testamento del sastre se revela como una interesante y recomendable opción para vivir esta fiesta ancestral.
Por Carlos Fos
Ficha Tecnica
El Testamento del sastre de Michel Ouellette
Traducción: Carlos Vicente
Actores: Mercedes Diemmand-Hartz, Claudio Martínez Bel
Músicos en escena: Silvina Sznadjer, Sergio Sultani/Javo Canolik
Diseño espacio sonoro: Rubén Segal, Mariano Cossa, Silvina Sznajder, Sergio Sultani
Diseño vestuario y escenografía: Fabián Suigo
Diseño iluminación: Leandra Rodríguez
Diseño gráfico: Marianela Claverie
Fotografía: Paco Fernández
Prensa: Luciana Zylberberg
Producción ejecutiva: Carlos Lutteral
Asistente de dirección: Denise Cotton
Dirección: Rubén Segal
Teatro La Carbonera. Sábados 21 hs.
Traducción: Carlos Vicente
Actores: Mercedes Diemmand-Hartz, Claudio Martínez Bel
Músicos en escena: Silvina Sznadjer, Sergio Sultani/Javo Canolik
Diseño espacio sonoro: Rubén Segal, Mariano Cossa, Silvina Sznajder, Sergio Sultani
Diseño vestuario y escenografía: Fabián Suigo
Diseño iluminación: Leandra Rodríguez
Diseño gráfico: Marianela Claverie
Fotografía: Paco Fernández
Prensa: Luciana Zylberberg
Producción ejecutiva: Carlos Lutteral
Asistente de dirección: Denise Cotton
Dirección: Rubén Segal
Teatro La Carbonera. Sábados 21 hs.
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Informacion Adicional
Sobre la obra
Le Testament du couturier fue estrenada en Québec en 2002 extendiendo la temporada de funciones hasta el 2003. Esa primera puesta en escena fue galardonada con el premio del Círculo de Críticos de la Capital de Québec en los rubros: mejor guión, mejor dirección (Joel Bedows), mejor actuación (Annick Leger) y mejor crítica periodística en la temporada 2002 -2003. El Teatre de la Catapulte (sala donde se presentó) recibió por esta pieza “la masque”, premio a la producción teatral Franco-canadiense 2002-2003.
En enero de 2005 se estrenó en el Auditori de Sant Cugat del Vallés (Barcelona) dirigida por Rubén Segal con gran repercusión y en noviembre de ese mismo año participó del Festival de Teatro de Barcelona –realizado en el Mercat de las Flors- resultando el actor Carlos Vicente nominado como mejor actor.
Sobre el Autor
Michel Ouellette nació en Smooth Rock Falls, Canadá.
En 1995 su obra French Town fue premiada por el Consulado General Francés en Toronto y el Gobernador General.
En 2003 recibió el Premio Trillium por su obra Le Testament du couturier (El Testamento del Sastre).
Algunas de sus obras estrenadas en Canadá y en Europa son: King Edward, French Town, L'homme effacé y Duel.
Rubén Segal – Director
Se ha formado en interpretación y dirección teatral, teatro infantil, comedia musical, entre otros en distintos países de América, Europa e Israel. Entre los referentes con los que ha cursado estudios se encuentran: Monika Pagneaux (asistente de Peter Brook, Jaques Lecoq, Paul Gaullier, Moshe Feldenkrais), Joshua Hilberman, Franklin Caicedo y Carlos Gianni. Como director ha puesto en escena El violinista en el tejado (España), Malas Palabras de Perla Schzumajer (Barcelona), Los justos de Albert Camus (México), Migraciones 4 (a estrenarse en Mali, África) y El Testamento del sastre de Michel Ouellette (España).
Ha dictado un importante número de talleres de entrenamiento en festivales internacionales y para compañías como La Arena, el Ensamble au Sauvage Public y Dynamo (Montreal), TSE TSE (Ginebra), Grupo 55 (México), entre muchos otras.
Claudio Martinez Bel
Claudio Martínez Bel cuenta con una sólida carrera como intérprete. Ha participado en espectáculos como: No me dejes asi y Perras (ambas creaciones colectivas con Mauricio Kartun y dirigidos por Enrique Federman), Se busca un payaso bajo la dirección de Ana Alvarado, Discepolín y yo” de Betty Gambartes, Cosas de payasos (de su autoría y dirigida por E. Gondell, recibió el 1er Premio Argentores, mejor obra de teatro para niños), Historia de un pequeño hombrecito por la que recibió varios premios. (Teatralía 2001 –España-, Necochea 2000).
Ha dirigido varios espectáculos y participado en diversos filmes.
Mercedes Diemand-Hartz
Se formó en interpretación, teatro, canto y expresión corporal en España.
Participó como actriz en L´auca de Sant Joan, Sueño de una noche de verano y Berenàveu a les fosques de J. M. Benet i Jornet en Barcelona. Integró la compañía de teatro musical Crac al Gag en el montaje El violinista sobre el tejado, protagonizó Malas Palabras en la Cía. Pertinaç Teatre. Participó como actriz en varios programas, películas y series de Televisión Española y TV3 (Televisión de Cataluña).
Le Testament du couturier fue estrenada en Québec en 2002 extendiendo la temporada de funciones hasta el 2003. Esa primera puesta en escena fue galardonada con el premio del Círculo de Críticos de la Capital de Québec en los rubros: mejor guión, mejor dirección (Joel Bedows), mejor actuación (Annick Leger) y mejor crítica periodística en la temporada 2002 -2003. El Teatre de la Catapulte (sala donde se presentó) recibió por esta pieza “la masque”, premio a la producción teatral Franco-canadiense 2002-2003.
En enero de 2005 se estrenó en el Auditori de Sant Cugat del Vallés (Barcelona) dirigida por Rubén Segal con gran repercusión y en noviembre de ese mismo año participó del Festival de Teatro de Barcelona –realizado en el Mercat de las Flors- resultando el actor Carlos Vicente nominado como mejor actor.
Sobre el Autor
Michel Ouellette nació en Smooth Rock Falls, Canadá.
En 1995 su obra French Town fue premiada por el Consulado General Francés en Toronto y el Gobernador General.
En 2003 recibió el Premio Trillium por su obra Le Testament du couturier (El Testamento del Sastre).
Algunas de sus obras estrenadas en Canadá y en Europa son: King Edward, French Town, L'homme effacé y Duel.
Rubén Segal – Director
Se ha formado en interpretación y dirección teatral, teatro infantil, comedia musical, entre otros en distintos países de América, Europa e Israel. Entre los referentes con los que ha cursado estudios se encuentran: Monika Pagneaux (asistente de Peter Brook, Jaques Lecoq, Paul Gaullier, Moshe Feldenkrais), Joshua Hilberman, Franklin Caicedo y Carlos Gianni. Como director ha puesto en escena El violinista en el tejado (España), Malas Palabras de Perla Schzumajer (Barcelona), Los justos de Albert Camus (México), Migraciones 4 (a estrenarse en Mali, África) y El Testamento del sastre de Michel Ouellette (España).
Ha dictado un importante número de talleres de entrenamiento en festivales internacionales y para compañías como La Arena, el Ensamble au Sauvage Public y Dynamo (Montreal), TSE TSE (Ginebra), Grupo 55 (México), entre muchos otras.
Claudio Martinez Bel
Claudio Martínez Bel cuenta con una sólida carrera como intérprete. Ha participado en espectáculos como: No me dejes asi y Perras (ambas creaciones colectivas con Mauricio Kartun y dirigidos por Enrique Federman), Se busca un payaso bajo la dirección de Ana Alvarado, Discepolín y yo” de Betty Gambartes, Cosas de payasos (de su autoría y dirigida por E. Gondell, recibió el 1er Premio Argentores, mejor obra de teatro para niños), Historia de un pequeño hombrecito por la que recibió varios premios. (Teatralía 2001 –España-, Necochea 2000).
Ha dirigido varios espectáculos y participado en diversos filmes.
Mercedes Diemand-Hartz
Se formó en interpretación, teatro, canto y expresión corporal en España.
Participó como actriz en L´auca de Sant Joan, Sueño de una noche de verano y Berenàveu a les fosques de J. M. Benet i Jornet en Barcelona. Integró la compañía de teatro musical Crac al Gag en el montaje El violinista sobre el tejado, protagonizó Malas Palabras en la Cía. Pertinaç Teatre. Participó como actriz en varios programas, películas y series de Televisión Española y TV3 (Televisión de Cataluña).
Eyam
El pequeño poblado de Eyam, en el Peak Districs es un lugar pintoresco, que no se diferencia mayormente de otros pueblos de no ser por su interesante historia.
En el siglo XVII, la gran peste negra arrasó la población en Inglaterra. En el año de 1665, la plaga llegó a Londres y se extendió a diferentes partes del país. La plaga llegó a Eyam en un cargamento de ropa que iba destinada al párroco del pueblo. Cuando la enfermedad se hizo evidente, los pobladores de Eyam decidieron ponerse en cuarentena para evitar que la enfermedad se propagara hacia el norte. A las afueras de Eyam se puede encontrar una roca en la que los pobladores colocaban monedas para que las personas de poblados vecinos dejaran alimentos. Las monedas se sumergían en vinagre para desinfectarlas.
En el siglo XVII, la gran peste negra arrasó la población en Inglaterra. En el año de 1665, la plaga llegó a Londres y se extendió a diferentes partes del país. La plaga llegó a Eyam en un cargamento de ropa que iba destinada al párroco del pueblo. Cuando la enfermedad se hizo evidente, los pobladores de Eyam decidieron ponerse en cuarentena para evitar que la enfermedad se propagara hacia el norte. A las afueras de Eyam se puede encontrar una roca en la que los pobladores colocaban monedas para que las personas de poblados vecinos dejaran alimentos. Las monedas se sumergían en vinagre para desinfectarlas.
Cuando uno visita Eyam, puede realizar un recorrido por la historia natural de la enfermedad. En las entradas de los diferentes edificios hay placas en las que se da cuenta de quienes fueron víctimas de la peste negra. Se da el nombre, fecha de inicio de la enfermedad, fecha de muerte y en muchos casos, el número de víctima dentro del pueblo. Se puede apreciar como la plaga se extendió primero de una casa a la de los vecinos, hasta que la epidemia se volvió incontrolable. Durante la gran plaga, Eyam perdió cerca del 75% de su población.
Comentario de Camilo Rios
Critica de Camilo Rios de la nueva versión 2009
"Una impresionante puesta en escena, en un escenario que por demás es espectacular. Hay temas que no puedo sacar de mi cabeza, y que veo en casi cualquier cosa que se me ponga en frente. "El testamento del sastre" es una ocasión más para encontrar (sin buscar) nuevos rincones donde lo más oculto se esconde. Con una musicalización en vivo simplemente sorprendente, logró de hecho transportarme, gracias a sus miles de caras, a lugares que no podía diferenciar bien del pasado, el presente, el futuro y las poéticas de esos espacios.
Las miradas nunca son contiguas, iguales. Son, en cambio, siempre complementarias, contradictorias, paralelas. Tal cual la experiencia vital, ocupamos un espacio, jugamos un rol, pero podríamos estar en otro y ser muchos más. Esa contingencia es aprovechada por el montaje a ambientada maravillosamente en una muy buena adaptación del texto de Michell Oullette.
No se la puede perder."
fuente
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"Una impresionante puesta en escena, en un escenario que por demás es espectacular. Hay temas que no puedo sacar de mi cabeza, y que veo en casi cualquier cosa que se me ponga en frente. "El testamento del sastre" es una ocasión más para encontrar (sin buscar) nuevos rincones donde lo más oculto se esconde. Con una musicalización en vivo simplemente sorprendente, logró de hecho transportarme, gracias a sus miles de caras, a lugares que no podía diferenciar bien del pasado, el presente, el futuro y las poéticas de esos espacios.
Las miradas nunca son contiguas, iguales. Son, en cambio, siempre complementarias, contradictorias, paralelas. Tal cual la experiencia vital, ocupamos un espacio, jugamos un rol, pero podríamos estar en otro y ser muchos más. Esa contingencia es aprovechada por el montaje a ambientada maravillosamente en una muy buena adaptación del texto de Michell Oullette.
No se la puede perder."
fuente
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Las dos versiones autónomas de un viaje en el tiempo
Crítica diario La Nación domingo 28-09-08:
El tema de la peste, desde Sófocles a Camus, pasando por Dragún, por citar sólo a dos grandes autores universales y a un argentino que le supieron sacar buen partido, ha sido muy productivo en teatro. Y lo ha sido por su extraordinario poder simbólico, por la multiplicidad de significados que se le pueden atribuir a una sociedad diezmada por un mal contagioso. Un cuerpo social es susceptible de ser corroído por un virus, pero también por la guerra, el egoísmo, la codicia o las disputas de poder.
La historia concebida por el autor canadiense Michel Ouellette hilvana dos pestes: la ocurrida en la villa de Eyam, en Derbyshire, Inglaterra, en el siglo XVII, y una que azota a cierta ciudad del futuro no identificada donde los pasos de frontera están controlados por un sistema de cibervisión o gran panóptico muy sofisticado que vigila todos los movimientos de la gente. En este lugar, los atacados por la plaga son encerrados en un lazareto similar a un campo de concentración.
El enlace entre las dos épocas lo realiza el comerciante llamado Flybotte, una suerte de mensajero del tiempo, que ha encontrado en la casa de un anticuario el testamento de un sastre atacado por la peste en Eyam y lo entrega a Mouton, otro profesional en el arte de vestir a las personas en la ciudad del futuro, para que lo lea y vea si quiere cumplir su mandato. La circularidad del relato parecería sugerir que las peripecias del hombre, los estigmas de su infelicidad, se repiten como una pesadilla inmune a los cambios de la tecnología o las vestiduras propias de cada época.
La puesta ofrece la obra en dos versiones autónomas, una protagonizada por una actriz y otra por un actor. Si el espectador opta por ver ambas, como hizo este cronista, oirá la misma partitura en dos interpretaciones distintas pero complementarias: la de Mercedes Diemmand-Hartz es límpida en su dicción y sensual en los papeles de mujer, la de Claudio Martínez Bel aporta más matices y explota con acierto los toques de humor. Ambas se disfrutan. En un ámbito despojado que intenta no distraer la atención sobre el relato, el director Rubén Segal ha privilegiado el ritmo y la precisión en las marcaciones. A lo cual hay que agregar una ambientación musical muy sugestiva.
Alberto Catena
El testamento del sastre. Juego teatral para un solo intérprete, de Michel Ouellette, en traducción de Carlos Vicente. Dirección: Rubén Segal. Versión femenina: Mercedes Diemmand-Hartz. Versión masculina: Claudio Martínez Bel. Músicos en escena: Silvina Sznajder, Sergio Sultani/Javo Canolik. Diseño de vestuario y escenografía: Fabián Suigo. En La Carbonera, Balcarce 998. Duración de cada versión: 50 minutos.
Nuestra opinión: buena
El tema de la peste, desde Sófocles a Camus, pasando por Dragún, por citar sólo a dos grandes autores universales y a un argentino que le supieron sacar buen partido, ha sido muy productivo en teatro. Y lo ha sido por su extraordinario poder simbólico, por la multiplicidad de significados que se le pueden atribuir a una sociedad diezmada por un mal contagioso. Un cuerpo social es susceptible de ser corroído por un virus, pero también por la guerra, el egoísmo, la codicia o las disputas de poder.
La historia concebida por el autor canadiense Michel Ouellette hilvana dos pestes: la ocurrida en la villa de Eyam, en Derbyshire, Inglaterra, en el siglo XVII, y una que azota a cierta ciudad del futuro no identificada donde los pasos de frontera están controlados por un sistema de cibervisión o gran panóptico muy sofisticado que vigila todos los movimientos de la gente. En este lugar, los atacados por la plaga son encerrados en un lazareto similar a un campo de concentración.
El enlace entre las dos épocas lo realiza el comerciante llamado Flybotte, una suerte de mensajero del tiempo, que ha encontrado en la casa de un anticuario el testamento de un sastre atacado por la peste en Eyam y lo entrega a Mouton, otro profesional en el arte de vestir a las personas en la ciudad del futuro, para que lo lea y vea si quiere cumplir su mandato. La circularidad del relato parecería sugerir que las peripecias del hombre, los estigmas de su infelicidad, se repiten como una pesadilla inmune a los cambios de la tecnología o las vestiduras propias de cada época.
Dos versiones
El texto de la historia es misterioso y atrapante. Concebido en origen como narración, el autor le extrajo las réplicas para que, montado sobre un escenario, dejara varias incógnitas susceptibles de ser resueltas por la imaginación del público.
El texto de la historia es misterioso y atrapante. Concebido en origen como narración, el autor le extrajo las réplicas para que, montado sobre un escenario, dejara varias incógnitas susceptibles de ser resueltas por la imaginación del público.
La puesta ofrece la obra en dos versiones autónomas, una protagonizada por una actriz y otra por un actor. Si el espectador opta por ver ambas, como hizo este cronista, oirá la misma partitura en dos interpretaciones distintas pero complementarias: la de Mercedes Diemmand-Hartz es límpida en su dicción y sensual en los papeles de mujer, la de Claudio Martínez Bel aporta más matices y explota con acierto los toques de humor. Ambas se disfrutan. En un ámbito despojado que intenta no distraer la atención sobre el relato, el director Rubén Segal ha privilegiado el ritmo y la precisión en las marcaciones. A lo cual hay que agregar una ambientación musical muy sugestiva.
Alberto Catena
EL TESTAMENTO DEL SASTRE, interesante doble propuesta
La misma obra, sin cambiar nada de su puesta en escena, puede ser vista en versión femenina o masculina. O ambas, con un café de por medio.
La obra dura 45 minutos. Es interpretada por una sola actriz -Mercedes Diemmand Hartz- que se mete en la piel de cinco personajes. En realidad son seis, pero hay una psicoterapeuta que nunca hablará ni será necesario representarla. Su presencia estará marcada por una silla vacía y un haz de luz cenital. Asistiremos al diálogo entre los personajes, aunque escucharemos una sola voz. Imaginaremos el texto de los otros. A su término, podremos vivir una curiosa experiencia, salir a tomar un café -invitación de la casa- y luego ver exactamente la misma obra, con la misma puesta en escena, pero a cargo de un actor, Claudio Martínez Bel.
La posibilidad de comparar dos actuaciones, dos maneras de decir, de expresar, no deja de ser atractiva. Con un texto algo difícil y enigmático, aunque sugerente, hay que estar muy atento a los distintos personajes, marcados a veces con leves variantes en la voz, cambios de iluminación y actitud del protagonista, junto a llamativos sones de instrumentos orientales interpretados en vivo, en una original puesta en escena de Rubén Segal. La obra cuenta la historia de un sastre que recibe unos géneros infectados con una peste en el pueblo de Eyam, cerca de Londres, en 1665. Según la Wikipedia –es bueno aclarar que la información en esta enciclopedia virtual no siempre es garantía de veracidad-, el sastre fue uno de los primeros en morir y la epidemia se volvió incontrolable. Parece que los sobrevivientes no llegaron a una cuarta parte de la población. En el relato teatral se traza también un puente hacia el siglo XXI pues se habla de una ciudad controlada por un sistema virtual que monitorea la vida en la ciudad, algo que vivimos cotidianamente. También hay un cuestionamiento del orden establecido, intereses políticos y religiosos, alguno que otro chanchullo y, entre medio, una historia de amor. Es un clásico, contado con enigma subyacente y algo hermético.
Por si no hubiera quedado muy clara la historia, presenciar la versión masculina aclara dudas. Hay dos razones: ver y escuchar el mismo texto nos obliga a la famosa segunda lectura, compenetrándonos en detalles escapados durante la primera, en tanto que Martínez Bel parecería componer los personajes menos eléctricamente que su par femenina, llevándonos de la mano a conocer de un modo más intrínseco la misteriosa historia. Así y todo, quedarán incógnitas. Será el espectador quien las disipe, o prefiera las sombras.
Version Mercedes Diemand-Hartz
Version Claudio Martinez Bel
Martin Wullich
Fuente
La obra dura 45 minutos. Es interpretada por una sola actriz -Mercedes Diemmand Hartz- que se mete en la piel de cinco personajes. En realidad son seis, pero hay una psicoterapeuta que nunca hablará ni será necesario representarla. Su presencia estará marcada por una silla vacía y un haz de luz cenital. Asistiremos al diálogo entre los personajes, aunque escucharemos una sola voz. Imaginaremos el texto de los otros. A su término, podremos vivir una curiosa experiencia, salir a tomar un café -invitación de la casa- y luego ver exactamente la misma obra, con la misma puesta en escena, pero a cargo de un actor, Claudio Martínez Bel.
La posibilidad de comparar dos actuaciones, dos maneras de decir, de expresar, no deja de ser atractiva. Con un texto algo difícil y enigmático, aunque sugerente, hay que estar muy atento a los distintos personajes, marcados a veces con leves variantes en la voz, cambios de iluminación y actitud del protagonista, junto a llamativos sones de instrumentos orientales interpretados en vivo, en una original puesta en escena de Rubén Segal. La obra cuenta la historia de un sastre que recibe unos géneros infectados con una peste en el pueblo de Eyam, cerca de Londres, en 1665. Según la Wikipedia –es bueno aclarar que la información en esta enciclopedia virtual no siempre es garantía de veracidad-, el sastre fue uno de los primeros en morir y la epidemia se volvió incontrolable. Parece que los sobrevivientes no llegaron a una cuarta parte de la población. En el relato teatral se traza también un puente hacia el siglo XXI pues se habla de una ciudad controlada por un sistema virtual que monitorea la vida en la ciudad, algo que vivimos cotidianamente. También hay un cuestionamiento del orden establecido, intereses políticos y religiosos, alguno que otro chanchullo y, entre medio, una historia de amor. Es un clásico, contado con enigma subyacente y algo hermético.
Por si no hubiera quedado muy clara la historia, presenciar la versión masculina aclara dudas. Hay dos razones: ver y escuchar el mismo texto nos obliga a la famosa segunda lectura, compenetrándonos en detalles escapados durante la primera, en tanto que Martínez Bel parecería componer los personajes menos eléctricamente que su par femenina, llevándonos de la mano a conocer de un modo más intrínseco la misteriosa historia. Así y todo, quedarán incógnitas. Será el espectador quien las disipe, o prefiera las sombras.
Version Mercedes Diemand-Hartz
Version Claudio Martinez Bel
Martin Wullich
Fuente
DOS EXPERIENCIAS ÚNICAS A PARTIR DE UN MISMO TEXTO
Rubén Segal se arriesga con una novedosa puesta. El testamento del sastre es la pieza de Michel Ouellette, compuesta por seis personajes, interpretados por un mismo actor, que se presenta en dos versiones: una femenina y otra masculina.
El espectador de El testamento del sastre asiste a una experiencia teatral compleja y su tarea desde su butaca, le exige participar del juego de roles y personajes a través de un texto tampoco sencillo.
El premiado autor canadiense Michel Ouellette escribió esta historia sobre un sastre, habitante un universo de ciencia ficción, a quien le obsequian un supuesto molde y una bella tela para crear un vestido. Pero en aquel papiro de 1665 se encuentra el testamento de quien fuera también modisto, donde a modo de profecía se advierte que quien confeccione aquella prenda logrará dotar de luz las tinieblas. Una de sus clientas es la angelical Miranda, casada con el futuro alcalde de aquel suburbio, el guardián de la moral de aquel territorio y amante de su secretaria. Además, interviene una psicoanalista que trata al político y su mujer.
Es interesante el espacio en el que se cuenta esta historia. Una comunidad idílica, custodiada por rígidas fronteras que separan los castos y corruptos del Lazaretto (“la solución geográfica a un problema sanitario”), un lugar pergeñado a lo “gran hermano”, donde se deposita a los enfermos y hombres caídos en desgracia.
Rubén Segal se animó a montar esta historia, de seis personajes, encarnada por un sólo actor. Pero el desafío se complejiza aún más, pues a las 21, es interpretado por una actriz, Mercedes Diemand-Hartz; y a las 22.30, por un actor, Claudio Martínez Bel. Es decir, hay dos versiones de una misma pieza, un hecho muy interesante en la cartelera porteña. La cohesión de la misma no exige ver a ambas para que el espectador complete el sentido. Sin embargo, y aunque algunos espectadores optan por asistir a una sóla función, la experiencia que propone Ouellette, queda en cierto modo frustrada.
La música en vivo, a cargo de Silvina Sznajder, Sergio Sultani y Javo Canolik, crea un clima especial e intimista en esta obra donde el público está muy cerca del actor/actriz. Ambos intérpretes, valiéndose sólo de un discreto traje y dos lienzos, logran versatilidad en esta difícil tarea de composición.
El espectador de El testamento del sastre asiste a una experiencia teatral compleja y su tarea desde su butaca, le exige participar del juego de roles y personajes a través de un texto tampoco sencillo.
El premiado autor canadiense Michel Ouellette escribió esta historia sobre un sastre, habitante un universo de ciencia ficción, a quien le obsequian un supuesto molde y una bella tela para crear un vestido. Pero en aquel papiro de 1665 se encuentra el testamento de quien fuera también modisto, donde a modo de profecía se advierte que quien confeccione aquella prenda logrará dotar de luz las tinieblas. Una de sus clientas es la angelical Miranda, casada con el futuro alcalde de aquel suburbio, el guardián de la moral de aquel territorio y amante de su secretaria. Además, interviene una psicoanalista que trata al político y su mujer.
Es interesante el espacio en el que se cuenta esta historia. Una comunidad idílica, custodiada por rígidas fronteras que separan los castos y corruptos del Lazaretto (“la solución geográfica a un problema sanitario”), un lugar pergeñado a lo “gran hermano”, donde se deposita a los enfermos y hombres caídos en desgracia.
Rubén Segal se animó a montar esta historia, de seis personajes, encarnada por un sólo actor. Pero el desafío se complejiza aún más, pues a las 21, es interpretado por una actriz, Mercedes Diemand-Hartz; y a las 22.30, por un actor, Claudio Martínez Bel. Es decir, hay dos versiones de una misma pieza, un hecho muy interesante en la cartelera porteña. La cohesión de la misma no exige ver a ambas para que el espectador complete el sentido. Sin embargo, y aunque algunos espectadores optan por asistir a una sóla función, la experiencia que propone Ouellette, queda en cierto modo frustrada.
La música en vivo, a cargo de Silvina Sznajder, Sergio Sultani y Javo Canolik, crea un clima especial e intimista en esta obra donde el público está muy cerca del actor/actriz. Ambos intérpretes, valiéndose sólo de un discreto traje y dos lienzos, logran versatilidad en esta difícil tarea de composición.
Laura Ventura - 15/09/2008
Fuente
Comentario de Robert Greek
La verdad es que no entiendo. Una puesta como la de Jorgelina Aruzzi o "Los Enfermos" y el "Testamento del Sastre" se les pone Buena cuando a otro tipo de obras se les pone "Muy buena" y son reverendos bofes???? lo digo ya que vi estas obras y son muy buenas y parece que, de acuerdo a quien las haga, se califica. Asi calificaron de regular a Un Hombre Torcido, con Bidonde. Mas aun si es en el llamado teatro off. Todavia me acuerdo de cuando fui a ver Sex segun mae west, el bodrio que era y le pusieron buena. Es todo muy extraño...
fuente:http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1062250
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fuente:http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1062250
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Comentarios de espectadores
"Lo que dispara la obra, después de disfrutarla, es muy rico y muy nutritivo, además de mi felicitación y admiración por la interpretación y la dirección de la obra, me conmueve la "puesta" del proyecto.
Sinceramente, me parece que todo el proyecto de realización de esta versión de la obra, es brillante, de notable apertura y conmovedor.
En lo personal, me resulta particularmente atractivo lo binario y lo dual, y en ese sentido esta puesta en escena, se me representa maravillosa."
Oscar Albores
"La obra es deslumbrante y la puesta e interpretaciones esplendidas.
Lo que se nota es el gran trabajo realizado por todos y el compromiso asumido.
Creo que vos y Carlos deben sentirse felices y orgullosos de la tarea emprendida, tanto en el teatro como en Casa de Letras.
Los resultados son goces estéticos que solo los elegidos pueden disfrutar."
Zulema Hoberman
"Te cuento que a mi me emociono mucho estar presenciando algo de ese nivel actoral y de dirección.
Cuando nos topamos con algo de talento y creatividad uno se siente como emocionado, atravesado y un poco módico en cuanto a la propia capacidad.
Fue un reencuentro con muchas, cosas con la pasión, y el teatro. Gracias, me llego hasta el alma.
Un abrazo enorme"
German Gomez
Sinceramente, me parece que todo el proyecto de realización de esta versión de la obra, es brillante, de notable apertura y conmovedor.
En lo personal, me resulta particularmente atractivo lo binario y lo dual, y en ese sentido esta puesta en escena, se me representa maravillosa."
Oscar Albores
"La obra es deslumbrante y la puesta e interpretaciones esplendidas.
Lo que se nota es el gran trabajo realizado por todos y el compromiso asumido.
Creo que vos y Carlos deben sentirse felices y orgullosos de la tarea emprendida, tanto en el teatro como en Casa de Letras.
Los resultados son goces estéticos que solo los elegidos pueden disfrutar."
Zulema Hoberman
"Te cuento que a mi me emociono mucho estar presenciando algo de ese nivel actoral y de dirección.
Cuando nos topamos con algo de talento y creatividad uno se siente como emocionado, atravesado y un poco módico en cuanto a la propia capacidad.
Fue un reencuentro con muchas, cosas con la pasión, y el teatro. Gracias, me llego hasta el alma.
Un abrazo enorme"
German Gomez
El Testamento en Barcelona
La obra también ha sido montada en Barcelona y fue interpretada por Carlos Vicente. Por este trabajo Carlos Vicente ha sido nominado a mejor actor en la 10 muestra de teatro de Barcelona. Aquí algunas imagenes, videos y comentarios.
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